Santa Teresa - Avila

Ruta Teresiana por la ciudad de Avila

  Nacimiento

El 28 de marzo de 1515 nace Teresa de Cepeda DAvila y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda, probable descendiente de judíos conversos, y de Beatriz DAvila, perteneciente a una noble familia abulense.
Aunque habitualmente se dice que Teresa nació en Avila, es probable que naciera en Gotarrendura, pueblo a 20 kilómetros de la capital, en donde sus padres tenían varias fincas, alguna casa y un palomar. Es curioso que en Avila no existe su partida de nacimiento, y en el de Libro de nacimientos de Gotarrendura faltan 30 hojas que pertenecen a las fechas en las que nació Teresa. Otro dato importante es que todos sus hermanos nacieron en dicha localidad, e incluso su madre falleció en el lugar.
Años después de su muerte, en el 1636, y gracias al patrocinio del Conde-Duque de Olivares se instituyó en su honor el Convento de Santa Teresa sobre la casona que sus padres poseían en Avila.
Convento de la Santa

  Bautismo

Según la tradición, Teresa de Ahumada fue bautizada en la iglesia de San Juan, por aquel entonces una de las parroquias más importantes de Avila.
En su interior se conserva una pila bautismal aislada por una reja del siglo XVII en la que se dice que fue bautizada la Santa.
Iglesia de San Juan

  Infancia

Según ella misma relata en su "Libro de la Vida", desde sus primeros años mostró una imaginación vehemente y apasionada que se vio alimentada por la lectura de algunos romanceros de su padre y vidas de santos.
Por aquel tiempo, junto con su hermano Rodrigo, un año mayor que ella, pasaba tiempo imaginando las historias de los santos y soñando con sufrir el martirio. Así fue que un día decidieron partir a escondidas hacia el país de los moros con el fin de dar su vida por Cristo. Fueron detenidos por un tío en el lugar donde se levanta el humilladero de los Cuatro Postes.
A partir de entonces, y ante el fracaso de sus proyectos, los dos hermanos acordaron vivir como ermitaños en su propia casa y jugaban construyendo "ermitas" en el jardín.
Cuatro Postes

  Juventud

Sobre los doce años perdió a su madre y en su dolor se refugió en una imagen de la Virgen de la Caridad a la que le rogó con muchas lágrimas que la tomase por hija suya. Hoy en día la imagen sigue siendo venerada en la Catedral de Avila.
En su adolescencia, Teresa y Rodrigo empezaron a leer novelas de caballerÌas. Ella misma escribe: "Esos libros no dejaron de enfriar mis buenos deseos y me hicieron caer insensiblemente en otras faltas. Las novelas de caballerías me gustaban tanto, que no estaba yo contenta cuando no tenía una entre las manos. Poco a poco empecé a interesarme por la moda, a tomar gusto en vestirme bien, a preocuparme mucho del cuidado de mis manos, a usar perfumes y a emplear todas las vanidades que el mundo aconsejaba a las personas de mi condición'.
El cambio que paulatinamente se operaba en Teresa, no dejó de preocupar a su padre, quien la envió con quince años a educarse en el convento agustino de Santa María de Gracia en Avila, en el que solían estudiar las jóvenes de su clase. Allí permaneció un año y medio antes de regresar a casa de su padre debido a una enfermedad.
Nuestra Señora de Gracia

  En el convento

Durante su enfermedad, la joven empezó a reflexionar seriamente sobre la vida religiosa que le atraía y le repugnaba a la vez. Finalmente le dijo a su padre que quería hacerse religiosa, pero éste le respondió que no lo consentiría mientras él viviera. A pesar de esto, y desobedeciendo a su padre, fue a escondidas a visitar a su amiga Juana Suárez, que era religiosa en el convento carmelita de la Encarnacián, en Avila, y le pidió que le dejara quedarse. Al final, su padre, al verla tan resuelta, cesó de oponerse a su vocación.
Algún tiempo después, estando enferma y agravadas sus dolencias, su padre decidió sacarla del convento. Buscó ayuda en los médicos, que nada pudieron hacer, e incluso acudió a una curandera que después de someterla a un duro tratamiento tampoco le hizo mejorar. En cuanto a su enfermedad se ha dicho que podría ser fiebre palúdica. Finalmente, al cabo de tres años, Teresa recobró la salud, según ella por San José.
De nuevo en el convento de la Encarnación, volvieron las aficiones mundanas. Hay que recordar que según la costumbre de los conventos españoles de la época, las religiosas podían recibir cuantos visitantes querían, así que Teresa pasaba gran parte de su tiempo charlando en el recibidor del convento e intercambiando regalitos.
Tiempo después Teresa decidió retirarse de las conversaciones del recibidor y de otras ocasiones de disipación. A partir de entonces, según contaba ella, Dios empezó a visitarla con visiones, éxtasis, levitaciones y comunicaciones interiores. Todos alrededor estaban al corriente de estas cosas, que para algunos no dejaban de ser engaños del demonio mientras que otros le acusaban de hipocresía y presunción. En cualquier caso, debemos preguntarnos si estas manifestaciones son evidencias de una auténtica santidad según la Biblia, ya que por un lado no encontramos cosas similares allí, siendo por el contrario frecuentes en el tipo de libros que Teresa leyó en su juventud.
En cualquier caso, todo esto contribuyó a que la fama de Teresa se extendiera por otros lugares.
Monasterio de la Encarnación

  Primera Fundación

Como ya hemos dicho, los recibidores de los conventos de Avila eran una especie de centro de reunión de las damas y caballeros de la ciudad. Además, las religiosas podían salir de la clausura con el menor pretexto, convirtiéndose así el convento en el sitio ideal para quien deseara una vida fácil y sin problemas. Por otro lado, las comunidades eran sumamente numerosas, lo cual incitaba aun más a la relajación. Por ejemplo, en el convento de Avila había más de 180 religiosas.
Teresa se daba cuenta de que todas estas cosas que se aceptaban como normales se apartaban mucho del espíritu de sus fundadores y decidió emprender una labor de reforma.
Fue una sobrina suya, también religiosa en el convento, quien le sugirió la idea de fundar una comunidad reducida. Teresa lo consideró como una especie de revelación del cielo y resolvió ponerla en práctica.
Con la ayuda de algunas personas, como doña Guiomar de Ulloa, viuda rica de Avila, o su hermana, Juana de Ahumada, o su hermano que le envió una cantidad de dinero desde Perú, o San Pedro de Alcántara, un asceta que venía desde Arenas de San Pedro y no dejaba de animarle, emprendió la construcción del primer convento reformado de las carmelitas descalzas al que llamó de San José o de las Madres.
Sin embargo, el proyecto provocó las críticas de sus propias hermanas, de los nobles, de los magistrados y de todo el pueblo. Tal fue la oposición que por algún tiempo la obra se llevó a cabo haciendo creer que se trataba de una casa para habitar.
Finalmente se inauguró en el año 1562, causando un gran revuelo entre las gentes de Avila que desconfiaban de las novedades y temían que un convento sin fondos se convirtiera en una carga demasiado pesada para la ciudad.
Una vez puesto en marcha, Teresa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo. El convento carecía de rentas y reinaba en él la mayor pobreza; las religiosas vestían toscos hábitos, usaban alpargatas de cáñamo en vez de zapatos (por ello se les llamó "descalzas") y estaban obligadas a la perpetua abstinencia de carne y consagraban ocho meses del año a los rigores del ayuno.
Es curioso que la Biblia advierte de estas cosas con mucha seriedad, pero que los hombres no quieren hacer caso: "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad." (1 Timoteo 4:1-3).
A partir de aquí comenzó la fundación de otros conventos del mismo tipo por toda España
Convento de San José
Biblia en linea
"Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho. Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos." (Salmo 115:3-8)
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